jueves, 20 de diciembre de 2007

Cosas que me gustan

Un beso. Una caricia. Una sonrisa. Un café. Correr. Un helado. El chocolate. Leer. La música. Volar. Viajar. Una película. La lluvia. Hacer el amor. Dormir. Gritar. Aprender cosas nuevas. Una ducha. Reír. Conducir. Jugar. Escribir. El olor a nuevo. El ilusionismo. Macarrones. El teatro. El vodka. La tortilla de patatas. Conversar. La montaña. Verte. La nieve. Las sábanas nuevas. Las mujeres. La luna. La noche. El póker. El tronco de la lechuga. El fuego. Patricia Conde. La psicología. Los coches. Las velas. El olor a madera. El lado frío de la almohada. Un examen bien hecho. El jamón recién cortado. Ligar. La cerveza. Los amigos de verdad. Un trabajo bien terminado. El calor de las mañanas invernales. Los jazzclubs. La luz azul. Las rosas. El terciopelo negro. El olor a orégano. La mozzarella. Internet. El olor a pintura. Llegar a un destino. Comprar un chollo. Saltar.
Una lista de mis pequeños placeres de la vida que hacen que sea más llevadera y que me rescatan de momentos bajos.

miércoles, 12 de diciembre de 2007

Sotto questa luna piena

El fogonazo del fósforo al ser rascado contra la cajetilla ilumina pobremente el ladrillo caravista de la esquina del callejón, un cigarrillo y un rostro sereno y anguloso. La punta del pitillo cobra vida consumiéndose, y la cerilla cae al suelo mojado y brillante. Unos caros zapatos negros la ahogan contra el charco. Vuelve de nuevo la protectora oscuridad.
Toda la calle se encuentra envuelta en una nieblina humeante que lucha por sobrevivir a las pocas gotas que aún caen del oscuro cielo nocturno.
De fondo, se escucha un lejano saxofón tocando alguna deprimente canción de blues.
El misterioso individuo del callejón sigue acechando desde la esquina mirando de vez en cuando la calle principal; se alisa la americana y se ajusta la corbata negra que reposa sobre una camisa granate. En ese momento, un coche negro hace su aparición en la calle principal. Apaga las luces y de él baja un hombre con gabardina y un maletín en la mano.
Y como si hubiese sabido todo el timpo la hora de llagada del vehículo, el misterioso personaje, arroja el cigarrillo a medio consumir al suelo, se ajusta el oscuro sombrero y se dirije con paso seguro hacia el recién llegado.
- ¿El señor Di Pietro?
- Sí, dígame...
La boca del silenciador escupe una punzante bala que atraviesa a quemarropa en diagonal y de abajo a arriba el hígado, pulmón izquierdo y columna vertebral escapando hacia el cielo cubierto de nubes.
-Adiós.
La víctima, todavía en pie, abre los ojos en una mueca de dolor, angustia, y miedo. Su verdugo lo sujeta fríamente por un brazo mientras lo ve caer fulminado al bordillo de la acera. El cuerpo, que yace ya completamente sobre el suelo, aún sujeta en su mano derecha el maletín.
Antes de marcharse serenamente por la calle principal, el asesino saca del bolsillo interior de su chaqueta una rosa negra que deja apoyada sobre el pecho de la víctima.
Es entonces cuando las nubes que cubrían el cielo se mueven con la brisa nocturna, despejando ligeramente el manto de lluvia y la macabra flor, queda iluminada bajo la luna llena.

miércoles, 5 de diciembre de 2007

Errores

Errores. Matemáticamente y desde el punto de vista de la lógica, error, es una ecuación sin solución, o un resultado que no concuerda con una igualdad determinada. Pero eso es muy frío y vacío.
Por suerte o por desgracia, los seres humanos tenemos emociones que nos guían a la hora de tomar decisiones, y que en muchas ocasiones nos llevan a cometer errores. Pero, ¿los errores los cometemos, o nos cometen ellos a nosotros? La pregunta parece estúpida, pero refleja mi duda sobre si un acto que al principio nos pueda parecer un error realmente lo es o no. Es decir, ¿Qué es el error absoluto? ¿Cómo saber si un error no se convertirá posteriormente en acierto? ¿Cómo saber si una decisión nos llevará a cometer un error o no?
Ahora si que, lamentablemente, no podemos aplicar el razonamiento matemático, porque las emociones son de las pocas cosas que no se pueden expresar mediante una ecuación en esta vida. En muchas ocasiones no sé si una decisión me llevará a error, pero tengo que tomarla, no puedo quedarme indeciso. En ciertas ocasiones, sería mucho más facil determinarse si bastara con despejar la "X".