martes, 2 de diciembre de 2008

Carpatair 349 Parte III

El Comandante le confirma que no tiene por qué preocuparse y le insta a preparar la cabina de pasajeros para un aterrizaje de emergencia. Una vez establecidos en el ILS de la pista 29, el corazón me da un vuelco cuando escucho al motor izquierdo quejarse. Instintivamente, mi vista se va a los parámetros de ese motor. Y efectivamente, me confirman lo peor: La presión comienza a bajar y la potencia suministrada decae rápidamente. Recuerdo que en ese momento pensé: No, tu no… ¿Qué más me puede pasar en mi primer día de trabajo? Teníamos a nuestro cargo la vida de 58 pasajeros y 2 tripulantes y un doble fallo de motor, la combinación “perfecta”. La cosa no podía ir peor: Sólo una oportunidad para aterrizar, con el APU (Auxiliar Power Unit) trabajando al máximo para proporcionarnos sistema eléctrico, el hidráulico se nos había quedado inoperativo y sólo teníamos acumuladores. El Comandante me dirige una mirada cargada de significado: Estaba preocupado y quería que comunicara a la torre la nueva situación.
- Carpatair 349 on ILS runway 29, we have double engine failure, and cannot misapproach.
La torre entendió el mensaje y me reautorizó al aterrizaje deseándome buena suerte. La íbamos a necesitar.
Antes de nada, comenzamos a preparar el avión para la aproximación, tenía que ser perfecta, no había cabida para segundas partes.
Ya cerca de los mínimos de la senda, comprobamos una vez más todo:
-Gear? Down.
-Flaps? 25º.
-Spoilers? Retracted.
-Speed? 120 Knots.
-Power? We don’t have power Captain. Bromeo para aligerar la tensión. El Comandante sonríe ligeramente.
-Landing light? On.
Todo preparado. Vemos la pista y nos dirigimos hacia ella deseando tocar el suelo. Las miradas estaban tensas en continua fijación con la pista. Nos miramos por una milésima y los dos acertamos a decir:” Good luck”.
Una ligera sensación de bienestar se apodera de mí cuando noto las ruedas del tren principal tocar con el suelo suavemente.
Al contacto de la rueda de morro decidimos frenar al máximo, pues sólo teníamos un intento con el hidráulico. Ahora lo que había que solucionar era parar el avión antes del final de la pista, aunque teníamos distancia de sobra para hacerlo.
Lentamente el Saab va decelerando hasta quedarse completamente parado. Nos habíamos salvado. El capitán lo comunica a los pasajeros, que ya estaban aplaudiendo de alegría. La torre nos da la enhorabuena mientras vemos a los bomberos y a los equipos de emergencia venir.
Al día siguiente los informes eran claros: Habían saboteado los motores. Había que averiguar quién y cómo… Menudo primer día. Fin.