miércoles, 21 de noviembre de 2007

El llanto del cielo

Hoy al cielo le ha dado por llorar. Supongo que durante el día, por las miles de injusticias que se comenten. Durante la noche, por la ausencia de la luna.
¿Qué tienen los días de lluvia que tanto me gustan? ¿Es posible que se deba a que estoy en mi habitación con la calefacción puesta mientras fuera las gotas chocan con el cristal de la ventana? ¿O más bien porque los días siguientes el cielo queda limpio y azul? No, creo que es porque la lluvia ha limpiado mi coche. Esos tres euros que me ahorro.
Dejando a un lado las tonterías, estos días lluviosos tienen un "nosequé" que me gusta, aunque el cielo esté gris, y las nubes pasen de ser algodón de azúcar a un manto oscuro que tapa el sol (y la luna). Manto por el cual los pájaros se deslizan trazando hilos invisibles que tejen el cielo.
El día es frío e incómodo. Todo se ve condenado a ser un Londres eterno y hostil. Los que pasan frío, hoy han tenido más frío; y los que no acostumbran a pasar frío, hoy han tenido más calor en su casa. Esto es lo que me recuerdan los días de lluvia. Las dos caras de esta eterna moneda que siempre cae por el mismo lado.
Pase lo que pase los días de lluvia, me gusten por la razón que me gusten, lo que está claro es que hoy, al cielo le ha dado por llorar.

domingo, 11 de noviembre de 2007

Me gusta, no me gusta

"Me gusta desarrollar mi consciencia para comprender por qué estoy vivo, qué es mi cuerpo y qué debo hacer para cooperar con los designios del universo.
No me gusta la gente que acumula datos inútiles y se crea conductas postizas plagiadas de personalidades importantes.
Me gusta respetar a los otros, no por las desviaciones narcisistas de su personalidad, sino por su desarrollo interno.
No me gusta la gente cuya mente no sabe descansar en silencio, cuyo corazón critica a los otros sin cesar, cuyo sexo vive insatisfecho, cuyo cuerpo se intoxica sin saber agradecer estar vivo. Cada segundo de vida es un regalo sublime.
Me gusta envejecer porque el tiempo disuelve lo superfluo y conserva lo esencial.
No me gusta la gente que por amarras infantiles a mentiras las convierte en supersticiones.
No me gusta que haya un papa que predica sin compartir su alma con una papisa.
No me gusta que la religión esté en manos de hombres que desprecian a las mujeres.
Me gusta colaborar y no competir.
Me gusta descubrir en cada ser esa joya eterna que podríamos llamar dios interior.
No me gusta el arte que diviniza el ombligo de quien lo practica.
Me gusta el arte que sirve para sanar.
No me gustan los tontos graves.
Me gusta todo aquello que provoca la risa.
Me gusta enfrentar, voluntariamente, mi sufrimiento con el objeto de expandir mi consciencia."
Me encanta leer a Jodorowsky...

lunes, 5 de noviembre de 2007

Por la mañana

El sol entra por la ventana dejando iluminado tu pelo a contraluz sobre la almohada. Una cálida sensación de bienestar se apodera de la habitación. Tus pechos destapados juegan a no quererme ya. Tu cuerpo de mujer me susurra que te vas.
La mañana, dulce mañana, se agria con tu ida. Pero es lo justo, tenemos que terminar la partida y cerrarla sin más. Lo más importante de todo, es que te he querido con respeto.
Hemos sido amantes durante 7 horas, los dos sabemos que la mañana cambia ese amor de usar y tirar. De nuevo tu nombre, al igual que con Adán, me hizo pecar. Aunque quizás en este caso fui yo quien ofreció la manzana a morder.
Así que te despierto suavemente, mientras las sábanas se quejan y retuercen con tu cuerpo.
La despedida, fría y escueta se limita a un: "Lo he pasado bien, hasta otra" Te doy un casto e irónico beso en la mejilla y cierro la puerta. Adiós, desconocida compañera nocturna.