Hoy al cielo le ha dado por llorar. Supongo que durante el día, por las miles de injusticias que se comenten. Durante la noche, por la ausencia de la luna.
¿Qué tienen los días de lluvia que tanto me gustan? ¿Es posible que se deba a que estoy en mi habitación con la calefacción puesta mientras fuera las gotas chocan con el cristal de la ventana? ¿O más bien porque los días siguientes el cielo queda limpio y azul? No, creo que es porque la lluvia ha limpiado mi coche. Esos tres euros que me ahorro.
Dejando a un lado las tonterías, estos días lluviosos tienen un "nosequé" que me gusta, aunque el cielo esté gris, y las nubes pasen de ser algodón de azúcar a un manto oscuro que tapa el sol (y la luna). Manto por el cual los pájaros se deslizan trazando hilos invisibles que tejen el cielo.
El día es frío e incómodo. Todo se ve condenado a ser un Londres eterno y hostil. Los que pasan frío, hoy han tenido más frío; y los que no acostumbran a pasar frío, hoy han tenido más calor en su casa. Esto es lo que me recuerdan los días de lluvia. Las dos caras de esta eterna moneda que siempre cae por el mismo lado.
Pase lo que pase los días de lluvia, me gusten por la razón que me gusten, lo que está claro es que hoy, al cielo le ha dado por llorar.
2 comentarios:
A mi també m'agrada quan plou; per molts motius, un d’ells l'olor a net que se sent al sortir al meu jardí.
Ànims!!
Silvia
A mi tb me gustan los días de lluvia... y tampoco sé porqué...
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