El sol entra por la ventana dejando iluminado tu pelo a contraluz sobre la almohada. Una cálida sensación de bienestar se apodera de la habitación. Tus pechos destapados juegan a no quererme ya. Tu cuerpo de mujer me susurra que te vas.
La mañana, dulce mañana, se agria con tu ida. Pero es lo justo, tenemos que terminar la partida y cerrarla sin más. Lo más importante de todo, es que te he querido con respeto.
Hemos sido amantes durante 7 horas, los dos sabemos que la mañana cambia ese amor de usar y tirar. De nuevo tu nombre, al igual que con Adán, me hizo pecar. Aunque quizás en este caso fui yo quien ofreció la manzana a morder.
Así que te despierto suavemente, mientras las sábanas se quejan y retuercen con tu cuerpo.
La despedida, fría y escueta se limita a un: "Lo he pasado bien, hasta otra" Te doy un casto e irónico beso en la mejilla y cierro la puerta. Adiós, desconocida compañera nocturna.
2 comentarios:
Cada vez que te leo se me quedan unas ganas enormes de plagiarte.
Que lo sepas.
;)
"Vuelve cuando quieras" es una bonita, irónica y socorrida frase para estos momentos.
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