jueves, 21 de agosto de 2008

20-A

Hoy día 20 de Agosto de 2008, se ha convertido en una jornada trágica. El avión de Spanair, un MD-82 con matrícula EC-HFP, se ha estrellado al final de la pista 36R del aeropuerto Madrid-Barajas después de sufrir el fallo del motor izquierdo, lo que provocó una pérdida de pontencia que sumada al viento racheado en el momento del accidente, hizo el avión ingovernable para el piloto, que vio cómo su avión se precipitaba al vadén del final de pista sin poder casi remontar el vuelo. La aeronave prendió en llamas quitando la vida a un total de 153 personas entre los que se encontraban dos bebés.
La vida es muy dura, muy puta y muy injusta. Familiares que tienen la ilusión de ver a sus seres queridos, pasan a tener que verles totalmente calcinados y sin vida. Jóvenes y niños que no han vivido lo suficiente para ver lo difícil que es la vida, lo han comprobado de golpe y sin darles tiempo a juzgar. Centenar y medio de familias destrozadas y conmocionadas en unas fechas irónicamente alegres y veraniegas. La muerte no entiende de vacaciones, porque no tiene.
Una de las cosas que he aprendido estudiando mi carrera de piloto, es que los accidentes aéreos no ocurren NUNCA por un sólo factor, sino que confluyen muchos pequeños fallos y errores que permiten al accidente ocurrir. Es aquí donde me pregunto: ¿Entonces, este accidente tenía que ocurrir sí o sí?
Mucha gente pensará en encuntrar un culpable, una cabeza de turco para aliviar conciencias y poner un parche a la tragedia; pero eso no va a hacer que las 153 almas hoy perdidas, vuelvan a nuestro mundo. Creo que lo que ahora hay que hacer es ayudar de todas las maneras posibles a los supervivientes y familiares de víctimas, pensar en vivir al máximo la vida, y averiguar cuáles fueron las causas del accidente para que no se vuelva a producir uno.
Mi más sincero y angustiado pésame a los familiares de las víctimas. D.E.P.

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